De los números al rock

¿Cómo fueron tus inicios en la música?

Inicié tarde, ahora vemos que niños de 6 años van con sus instrumentos a las academias en busca de desarrollar ciertas habilidades y en otros casos, en busca de llegar a ser músico. Saliendo del colegio, la música de aquel momento me influenció e inicié con la batería. Luego, cuando escuché a bajistas como Steve Harris de Iron Maiden me cambié definitivamente a ese instrumento. Empecé a tocar mientras estaba en la universidad, en un bar donde se tocaba blues.

¿Cómo llegaste a La Tona?

En esa época de universidad coincidí con Germánico, guitarrista del grupo, nunca se habló de tocar juntos ni nada por el estilo. Pero en 1996, recuerdo que al bar donde yo tocaba, llegó un amigo que me comentó que La Tona estaba buscando un bajista; así que fui a Café Oro a reunirme con ellos, con la intención de tocar en una banda, yo de hecho no era fan del grupo. Después de algunas palabras me dijeron que llegara al ensayo, que estaba dentro. Y un par de ensayos después de haber iniciado tuve mi primera experiencia en concierto con ellos en el Parque de la Industria. Me dijeron que se iba a hacer una prueba de sonido, así que fui, lo curioso es que no había tal prueba, era el concierto y no me habían querido decir para que no me asustara.

¿Tuviste proyectos alternos?

Sí, aunque totalmente ajenos. Trabajé en algunos programas con Naciones Unidas, también estuve en una empresa familiar que se dedicaba al comercio, así que también estuve involucrado de alguna manera con actividades de mis estudios. Tuve una barbería en 4° Norte, donde inclusive aprendí a cortar cabello; estuve aproximadamente 6 años en el negocio. Inclusive le corté el cabello a mi esposa e hija en algún momento.

¿Cómo nace el proyecto de Crossroads?

Un amigo que es músico, también se dedica a distribuir instrumentos en el país; yo ya quería probar algo diferente a la barbería, así que en el 2009 lo visité y me planteó la idea de poner una tienda. Dos días después de esa charla, volví para decirle que ya tenía local en Pradera zona 10 y así fue como inició ese sueño. Nos fue bastante bien desde el inicio, por lo que llegamos a necesitar de dos locales, siendo uno de ellos el espacio destinado a la academia; que al final se nos terminó quedando corto. Hace dos años y medio nos trasladamos a Paseo Cayalá a un lugar más grande.

¿Cuáles han sido tus mayores restos y satisfacciones en Crossroads?

Creo que como todo negocio, lo complicado es mantenerlo, saber llevarlo ante ciertos altibajos que se presentan, y salir adelante. Mi mayor satisfacción es ver a niños tan pequeños realizar una presentación frente a sus padres y ver su progreso. Cómo a través de cada instrumento, cada uno va demostrando sus habilidades y se postulan para ser grandes músicos en el futuro.

¿Viene algún proyecto nuevo de La Tona?

Luego de 15 años estamos grabando nuevo disco. Estamos con el proyecto desde diciembre, pero con todos los compromisos de cada quien, se ha complicado. Sin embargo, nos reunimos las veces que podemos durante la semana para continuarlo; esperamos que esté listo a principios del año próximo.

¿Vale la pena ser profesional de la música?

No solo para esto, aplica para cualquier actividad en la que uno se quiera desempeñar en la vida, primero hay que buscar el conocimiento, ponerlo en práctica, esforzarse en el momento preciso y sobre todo, creerse los sueños.